Las empresas por lo general son un buen reflejo de las sociedades donde operan, al grado que incluso nos pueden brindar una buena imagen de los diferentes valores, principios e idiosincrasias que existen en ellas. Es así como podemos encontrar tanto empresas progresistas y comprometidas con la equidad, como también podemos encontrar otras que no lo son tanto. Entre estas últimas existen algunas que llamaremos las “eMpresas con M de Machismo”.
Una eMpresa es una organización en donde el machismo aun es parte de su cultura organizacional, en donde al hombre se le privilegia simplemente por ser hombre y a la mujer no se le brinda un trato justo y equitativo.
Para nadie es una sorpresa que Latinoamérica es una de las regiones que se caracterizó por mucho tiempo por su machismo tan particular. En muchas partes, hasta existió un orgullo del estereotipo del macho latinoamericano, que se caracterizó por ser “bien macho” y donde se esperaba que todo hombre de una o de otra forma se comportara como tal.
Desde pequeños se nos enseñaba que un niño debía comportarse de una manera determinada, y una niña de otra. A un niño le debía gustar el fútbol, ser fuerte, agresivo y, por supuesto, jamás debía llorar, mientras las niñas debían aprender a cocinar y a cuidar el hogar, pues solo así se “podrían casar”. Poco a poco estos roles estereotipados se volvieron la norma, hasta el punto que ambas partes llegaron a considerar que el hombre era mejor que la mujer, viéndose de menos a lo femenino. Es así como para muchos hombres el peor insulto que se le podía hacer era feminizarlo, diciéndole, por ejemplo, “¡corres como niña!”.
Estos roles tan definidos, que tanto daño hicieron a ambos géneros, formaron parte de nuestra cultura por generaciones y gran parte del problema se dio cuando no solo no se quedaron en casa, sino que salieron a la calle y llegaron a las escuelas, universidades y por supuesto al lugar de trabajo, donde estuvieron presentes por años, y en algunos casos aún siguen estándolo.
En las eMpresas, esto se volvió evidente principalmente de tres formas:
1. Techo de cristal – imaginemos un techo invisible, de cristal para completar la analogía, que impedía que las mujeres pudiesen crecer más allá de un cierto nivel en las organizaciones. Esta fue la norma por años en el mundo eMpresarial, donde si había dos postulantes internos para un puesto gerencial, un hombre y una mujer, ambos con credenciales equivalentes, siempre se promovía al hombre. Después de todo, ¿quién había escuchado de una mujer que fuera Directora Financiera?
2. Brecha salarial – si dos personas con las mismas cualificaciones y experiencia, en un puesto de trabajo con responsabilidades equivalente, ganaran lo mismo, sería considerado como equidad. Pero la realidad era otra, pues por años las mujeres en Latinoamérica ganaron en promedio (y cuando mucho) solo 85 centavos por cada dólar pagado a su contraparte masculina. Desafortunadamente, esta práctica aún es común en muchos lugares.
Muchas veces las eMpresas trataron de justificar estas decisiones debido al rol del cuido de la familia de parte de la mujer, por diferencias de carácter entre géneros y hasta con el pretexto que siempre es el hombre quien debía ganar más, después de todo, ¿no era el rol del hombre ser el macho proveedor de la casa? Me pregunto qué dirían estas personas si leyeran los últimos estudios que demuestran que las empresas dirigidas por mujeres tienden a ser más rentables.
3. Acoso sexual – si las primeras dos no fueran ya suficientes, en muchas eMpresas se institucionalizó una cultura de acoso hacia la mujer, tomando distintas y sutiles formas, desde comentarios sobre la forma de vestir o verse, hasta peticiones un poco más explicitas de ciertos favores. La excusa que los machos daban a este comportamiento era tan sencilla como absurda, “si el rol de la mujer es la casa ¿qué hace en la eMpresa? además, ¿si no le gustara la atención, no se vestiría así, cierto?”.
Aunque muchas empresas ya no tienen este elemento en su cultura organizacional, aún existen algunas eMpresas en nuestra región, y cambiar esta “M” no es tarea fácil. No obstante, es tiempo de terminar de cambiar lo que está mal, y promover lo que está bien. Para poder hacerlo, hay varias acciones que podemos tomar para transformar a una eMpresa en Empresa:
El problema durante años no se debió únicamente a quienes pensaron y actuaron así, sino también a quienes callamos y no hicimos nada, sin embargo, los tiempos han cambiado y por fin el mundo está frente a una generación que se está responsabilizando por cambiar estas actitudes y comportamientos que antes tanto los hombres como algunas mujeres teníamos, y que en el pasado lejos de ser mal vistos, eran hasta celebrados.
Es momento de terminar de cimentar el cambio, ya que después de todo, sí creemos que es posible crear una cultura en donde “Empresa se escriba con E de Equidad”.