Conóceme, compréndeme, inclúyeme…

Muchos usamos la palabra autismo, pero pocos conocemos lo que realmente significa. La manera más sencilla de describir el autismo es como una manera diferente de percibir los estímulos sensoriales del mundo que nos rodea. Dicho de otra manera, es como tener un sistema operativo diferente al de la mayoría de las personas, nada más (ser un iPhone con el sistema operativo Android). Imaginémonos que todo lo que vemos, escuchamos o sentimos se percibe de una manera diferente y jamás para facilitarnos la vida; los ruidos de la calle se vuelven excesivamente fuertes y nos sobresaltan, las luces de un auto nos pueden cegar y asustar, y mucha gente hablando a la vez nos puede parecer confuso y hasta aterrador. Por si fuera poco, como los demás no comprendemos a la persona con autismo y cómo esta sobrecarga sensorial lo afecta, simplemente lo juzgamos y nos enfocamos en su “comportamiento antisocial”. Es comprensible que cuando el mundo nos asusta nos alejemos de él; una persona con autismo demuestra un comportamiento repetitivo simplemente para tranquilizarse, y por un momento alejarse del mundo que lo está sobrecargando y aturdiendo. En esos momentos, cualquier persona necesita apoyo y comprensión, no ser juzgado y aislado. Una persona con autismo siente amor, felicidad, tristeza y dolor como todos los demás lo sentimos, simplemente lo expresan diferente.

Aunque esta es solo una manera muy simple de representar algo sumamente complejo, en realidad el espectro autista es muy amplio, y toma en cuenta la comunicación, la interacción social, y los comportamientos e intereses repetitivos y a veces compulsivos que la persona pueda tener. Una persona puede mostrar más de uno de estos comportamientos y en diferentes grados, por lo que no hay dos casos que sean idénticos. Por lo tanto el autismo es una palabra que trata de describir millones de historias. En la actualidad 1 de cada 68 personas están dentro del trastorno del espectro autista, lo que implica que existen 112 millones de historias diferentes alrededor del mundo.

Con un apoyo adecuado, y con un poco de comprensión, las personas con autismo se pueden desempeñar en el mundo de una manera productiva. Poseen talentos y conocimientos como todos los demás, y en muchos casos su conocimiento puede ser hasta más exhaustivo y profundo que el de una persona sin autismo. Las empresas se pueden beneficiar mucho de incluir la diversidad que las personas autistas pueden traer a sus organizaciones. Hace más de 20 años una empresa japonesa en apuros comprendió esto y permitió a un colaborador que padecía de autismo, Satoshi Tajiri, trabajar en un proyecto que prometía cambiar el futuro de la organización. Si no hubiera sido por esta oportunidad, ahora el mundo no tuviera a Pokemon y la empresa no hubiera logrado el éxito que ha tenido a través de los años. Además, la infancia de muchos de nosotros no hubiera sido la misma sin Pokemon; cosas maravillosas suceden cuando se brinda la oportunidad adecuada.

Recordemos entonces, las personas con autismo son simplemente diferentes, no menos. Por esto les pido que nos tomemos el tiempo y repitamos el mantra conóceme, compréndeme, inclúyeme…

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