La noción que tenemos acerca de la diversidad se asemeja al cuento oriental sobre la descripción que varios ciegos dieron de un elefante al palpar solamente ciertas partes del paquidermo. Todos hablamos de la diversidad, refiriéndonos a algunos de los aspectos que la conforman, pero pocos la entendemos en su definición más amplia.

Nos referimos a la diversidad cuando hablamos de equidad de género, otros, en términos de raza o de orientación sexual, y así llénese acá nuestra más (o menos) favorita de las diferencias que podamos concebir entre las personas.

Pero la diversidad tiene un concepto más amplio, en esencia se refiere a cualquier distinción que pueda existir entre las personas, tal como género, raza, etnia, nacionalidad, religión, discapacidades (físicas, sensoriales, intelectuales o psicosociales), orientación sexual, condiciones médicas crónicas (particularmente el VIH), edad, y la creativa lista puede seguir y no tener fin.

Si cualquier tipo de distinción es base de la diversidad, también es usado por muchos como base para la discriminación. Ese trato de inferioridad que le damos a los miembros de una minoría, por cualquier razón que sea, lleva a las personas a comportarse de maneras que parecen imposibles de comprender.

Existe. Lamentablemente, la discriminación se da en muchos lugares de trabajo.

La tolerancia pareciera ser la estrategia a seguir para acabar con la discriminación, pero ser tolerante por definición simplemente implica “te aguanto”, no un “te respeto o te aprecio”. Por lo tanto, la tolerancia es necesaria, pero no suficiente.

Una estrategia que genuinamente promueva la diversidad debe tener la inclusión como pilar fundamental, que representa la integración y el respeto hacia todas las personas, sin importar las diferencias que estas puedan tener entre sí.

Además, debe existir como segundo pilar la equidad, que implica tratar a todas las personas, sin importar sus diferencias, de igual manera. Juntos con la diversidad, estos pilares logran crear un verdadero ambiente de respeto, donde todos se sienten apreciados por ser quienes son.

Dicho de otra manera, “Inclusión es que todos, sin importar las diferencias (diversidad), estemos invitados al baile, equidad es que todos tengamos la misma oportunidad de poder bailar y ser felices.”

Actualmente existen organizaciones que están comprometidas con la diversidad, la inclusión & la equidad, pero en algunos casos solo con uno o dos de los elementos componen de la gama completa de la diversidad.

Existen brechas de inclusión y equidad para varios grupos de personas, en muchos casos los más vulnerables, ya que en ocasiones estos casos estos pueden pasar desapercibidos de manera inconsciente por las organizaciones. Precisamente por esto es importante medirse y certificarse en temas de diversidad, pues lo que no se mide no se mejora.

Conocer las brechas que pueden existir en las políticas, prácticas de negocio y procesos es la única manera de cerrarlas. Compartir experiencias y mejores prácticas entre empresas nos evita tener que reinventar la rueda, y poder así replicar estrategias que generan un impacto medible.

Al final, mientras más organizaciones estemos comprometidas, mayor impacto tendremos en el cambio que queremos realizar en la sociedad.

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